Cualquier padre en la actualidad le da una severa importancia a que sus hijos estudien en un centro educativo cuyas condiciones de higiene sean inmejorables y cuyos equipos e instalaciones reciban un mantenimiento apropiado. Grietas en las paredes, una capa de suciedad en el suelo o goteras en el techo son algunos de los ejemplos que afectan lo suficiente a los padres como para cambiar a su hijo de colegio.

No en vano, los colegios son uno de los entornos en los que más proliferan las bacterias y los virus. Miles de niños cada día acuden a clase, siempre hay algunos que están enfermos. El riesgo de contagio es ya elevado de por sí, imagina en un centro educativo en el que estas bacterias y virus se encuentran a sus anchas porque una falta de higiene se lo permite